¿Por qué se recomienda cero pantallas hasta los 2 años?
La recomendación de evitar pantallas en los primeros dos años de vida se basa en estudios que han demostrado que la exposición temprana a dispositivos electrónicos puede tener un impacto negativo en el desarrollo cognitivo, emocional y físico de los niños pequeños. Durante los primeros años de vida, el cerebro de un niño se desarrolla a un ritmo acelerado, y gran parte de este desarrollo está ligado a las interacciones físicas y sociales con el mundo que lo rodea.
El American Academy of Pediatrics (AAP) ha sido una de las instituciones que ha emitido estas recomendaciones. Según la AAP, los niños menores de 18 meses no deberían estar expuestos a pantallas, con la excepción de video llamadas con familiares, ya que este tipo de interacción social es beneficiosa para el niño. Entre los 18 meses y los 2 años, si se decide introducir las pantallas, debe hacerse de manera muy limitada y siempre acompañados de los padres o cuidadores para explicarles lo que están viendo.
Impacto de las pantallas en el desarrollo cognitivo
Uno de los principales motivos para retrasar el uso de pantallas en bebés es el impacto que puede tener en su desarrollo cognitivo. Los niños pequeños aprenden mejor a través de interacciones en el mundo real: tocar objetos, observar el entorno y comunicarse con las personas que los rodean. Las pantallas limitan estas oportunidades al ofrecer un entorno bidimensional y pasivo.
El tiempo frente a pantallas también puede interferir en el desarrollo del lenguaje. En lugar de interactuar con sus padres o cuidadores, los niños que pasan mucho tiempo frente a dispositivos electrónicos pueden perder oportunidades clave para desarrollar habilidades lingüísticas y de comunicación. Esto es especialmente importante en los primeros años de vida, cuando el cerebro es más receptivo a la adquisición del lenguaje.
Efectos en el desarrollo social y emocional
Otro aspecto crucial del desarrollo en los primeros años es la capacidad de formar vínculos afectivos y sociales. Los bebés y los niños pequeños necesitan tiempo para observar y responder a las señales emocionales de las personas que los rodean. Interactuar con los cuidadores les permite desarrollar empatía, comprender emociones y establecer relaciones de apego seguro, lo que forma la base de su bienestar emocional en el futuro.
El uso temprano de pantallas puede reducir estas interacciones significativas. Los estudios sugieren que los bebés que pasan mucho tiempo frente a las pantallas pueden mostrar una menor capacidad para reconocer y responder a las emociones de los demás. Además, se ha encontrado que los niños que son expuestos a pantallas de manera prolongada pueden desarrollar problemas de comportamiento, como irritabilidad o dificultades para concentrarse.
Desarrollo físico y motor
El desarrollo físico de los niños también puede verse afectado por el uso excesivo de pantallas. Durante los primeros dos años, los niños deberían estar aprendiendo a moverse, explorar y manipular objetos con sus manos. La actividad física es fundamental para el desarrollo de sus habilidades motoras gruesas y finas, así como para la salud general.
El tiempo frente a pantallas, en especial en edades tempranas, limita la cantidad de tiempo que los niños dedican a actividades físicas, como gatear, caminar, correr o simplemente jugar con juguetes que requieren coordinación mano-ojo. Esto puede generar problemas a largo plazo en el desarrollo motor y aumentar el riesgo de problemas de salud como el sobrepeso o la obesidad infantil.
¿Qué dicen los defensores del uso controlado de pantallas?
A pesar de las advertencias sobre el uso de pantallas en los primeros años, hay quienes defienden un enfoque más equilibrado. Algunos estudios han señalado que, bajo supervisión y con contenido educativo adecuado, las pantallas no necesariamente son perjudiciales. El contenido interactivo, como aplicaciones de aprendizaje o videos educativos, puede ser beneficioso si se usa de manera limitada y siempre acompañado de un adulto.
Por ejemplo, aplicaciones que fomentan la creatividad o que enseñan habilidades lingüísticas básicas pueden tener un impacto positivo cuando se usan de manera controlada. Sin embargo, esto no significa que las pantallas reemplacen el tiempo de juego activo o las interacciones sociales cara a cara, sino que pueden complementarlo en pequeñas dosis.
Cómo manejar el uso de pantallas después de los 2 años
Si bien la recomendación es evitar las pantallas hasta los 2 años, después de esta edad es importante establecer límites claros y promover un uso saludable de la tecnología. Aquí te dejamos algunos consejos para introducir pantallas de manera controlada:
- Supervisión activa: Acompaña siempre a tu hijo cuando esté frente a una pantalla. Explícale lo que está viendo y utiliza el contenido como una oportunidad para interactuar y aprender juntos.
- Tiempo limitado: Establece un límite de tiempo para el uso de pantallas. La AAP recomienda no más de una hora al día para niños de entre 2 y 5 años.
- Contenido de calidad: Elige programas y aplicaciones que sean educativos, interactivos y apropiados para la edad de tu hijo. Evita contenido que promueva la violencia o que no sea adecuado para su etapa de desarrollo.
- Alternativas al tiempo frente a pantallas: Fomenta otras actividades como la lectura, los juegos al aire libre y las manualidades, que estimulan el desarrollo físico, cognitivo y emocional de manera más efectiva que las pantallas.
- Modelo a seguir: Los niños imitan el comportamiento de los adultos. Si los padres muestran un uso responsable de la tecnología, es más probable que los hijos adopten hábitos similares.
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La tendencia de “cero pantallas hasta los 2 años” está respaldada por investigaciones que demuestran que los niños pequeños aprenden mejor a través de la interacción física y social en el mundo real. Si bien el uso controlado de pantallas después de los 2 años puede ser beneficioso en pequeñas dosis, es fundamental establecer límites y priorizar el juego activo, la creatividad y la comunicación en el día a día de los niños. Al final, lo más importante es asegurar que el desarrollo infantil sea saludable, equilibrado y lleno de oportunidades para aprender y crecer.